En la mitolog?a romana Venus era la diosa del amor. Afrodita para los griegos, hija de J?piter y de Dione seg?n algunas leyendas o de la espuma del mar seg?n otras.
Como diosa del amor, el placer sexual y la belleza, tenia la perfecci?n de su figura y la pureza de sus caracter?sticas, ella a?ad?a un adem?n inocente. En su dulce cara siempre ten?a una sonrisa. Sol?a tener distintos amantes y era codiciada por muchos otros. Era la madre de Cupido y de otros h?roes y deidades romanas.
Venus es la diosa del deseo; por eso es posible que el origen de este nombre est? en la ra?z s?nscrita van, que significa precisamente deseo, y que da lugar al verbo de movimiento venire, con el que tambi?n se asocia este nombre. Es excesiva su antig?edad para que podamos darle alcance. La misma diosa aparece con distintos nombres en todas las culturas. Y es que ?c?mo puede un pueblo desarrollarse en plenitud si no diviniza el amor y el deseo? Es la misma historia, es el mismo reflejo del alma humana que se esfuerza por ennoblecer y santificar su instinto de reproducci?n igual que ha santificado y sacralizado su instinto de conservaci?n en los ritos y en los sacrificios.

La m?s antigua aparici?n de esta diosa la registramos en Fenicia con el nombre de Astart?, que tampoco est? sola, sino asociada a Istar en Asiria y Athor en Egipto. Es una diosa del gran ciclo de la media luna creciente como s?mbolo de la fertilidad, representaci?n c?smica de los cuernos del toro y de la vaca. Por eso la Venus prehel?nica luci? cuernos: fue la ?poca de divinizaci?n de los b?vidos, que prestaron un servicio inestimable a la humanidad al relevarla de funciones que hasta entonces hab?an pesado sobre ella.
S?lo as? se explica el gran entusiasmo que despert?. Cuando Venus llega a Grecia con el nombre de Afrodita ha completado su transformaci?n. Se ha deshecho de los cuernos; la vaca ha abierto paso a la mujer. A una bell?sima mujer. Es la mujer. Con formas muy pronunciadas al principio, para acabar siendo el prototipo mismo de la belleza y de la seducci?n.
La Venus romana tuvo que mirarse en la Afrodita de los griegos. Antes hab?a sido Feronia y Flora en sus manifestaciones it?licas como diosa de la naturaleza. Pero la fuerza de Venus era imparable. A la nueva diosa, que absorbi? las funciones de las anteriores, se le asignaron los atributos de madre de toda fecundidad y fuente de toda belleza.
Se multiplicaron sus templos y sus fiestas, se le consagr? el mes de abril, se ensalz? tanto su virginidad (su condici?n de doncella) como su maternidad (Venus Mater se la llam? o Venus Genitrix, y Venus Felix, y Venus Vicrix). Todas las virtudes y todas las bendiciones tuvieron su asiento y su culto en Venus. Los mitos la hacen nacer como hija de J?piter y Dione, esposa de Vulcano y amante de Marte. Todo el cielo gira a su alrededor.
Pero antes la hab?an hecho nacer del Cielo y del D?a, criatura cosmog?nica que vuelve a aparecer naciendo de la espuma del mar, vestida de espl?ndida cabellera que adorna su desnudez. Es el principio de la fecundidad y de la generaci?n universal, es el planeta Venus y es la luna al mismo tiempo, que preside y promueve desde el cielo toda fecundidad.
Pero el pueblo no se conform? con una diosa ten celeste y lejana. La prefer?a m?s cerca, m?s parecida a lo mejor de s? mismo, a sus anhelos, a sus ideales, a su deseo. As? se transform? Venus en la diosa de la gracia y de la belleza, en la belleza misma.